¿Alejará la reforma energética a México de EE.UU?

En medio de una serie de visitas de alto perfil de varios funcionarios de EE.UU. a México, las tensiones en torno a la reforma energética están en alza.

La reforma, de aprobarse, redefiniría el sector energético de México

Autoridades estadounidenses han expresado preocupación sobre la reforma, que desplazaría la producción eólica y solar a favor de la generación termoeléctrica estatal dañando la competitividad del sector manufacturero. La reforma, además, podría alejar a México del cumplimiento de sus metas de integración de las fuentes de energía limpia en la matriz energética.

BNamericas conversó con Pablo Zárate, director general de FTI Consulting, sobre el impacto potencial de la reforma en la relación México-EE.UU. y en la integración económica entre ambas naciones.

Según Zárate, Estados Unidos ha dejado en claro que se opone a los cambios, ya que podrían dañar la oportunidad de las empresas estadounidenses presentes en México de cumplir con las metas de bajas emisiones a medida que los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) se vuelven cada vez más importantes en el mercado internacional.

El partido gobernante Morena necesita el apoyo de dos tercios de los miembros de ambas cámaras del congreso para aprobar la iniciativa constitucional.

BNamericas: ¿En qué medida la reforma constitucional que se discute en el Congreso tiene el potencial de tensionar las relaciones comerciales entre México y EE.UU.?

Zárate: La reforma apunta hacia la discriminación de los participantes privados en el mercado energético en la medida en que el espíritu es garantizar artificialmente una participación de mercado para [la eléctrica estatal] CFE, desplazando a los privados.

Eso naturalmente impacta a cualquier productor privado, contraviniendo el sentido y la letra de prácticamente todos los tratados comerciales que tiene México con distintos países. México tiene una larga tradición de tratados comerciales. Es algo que por supuesto impacta profundamente, no a algunos participantes, sino todos los participantes que no son CFE.

Desplazar a los privados con mayor participación de CFE implica incrementar el despacho de las plantas ineficientes de CFE. Eso no significa que CFE no tenga plantas eficientes. Las plantas ineficientes, que actualmente no despachan tanto, van a ser más despachadas. 

Esas plantas tienen tecnologías fósiles y contaminan más. Es clarísimo en el reporte del National Renewable Energy Laboratory [NREL] que una reforma así podría incrementar las emisiones hasta en un 65% y los costos de generación hasta en 56%. ¿Qué significa eso? Que hace prácticamente inviable la meta de cero emisiones para las compañías que tengan una cadena de valor integrada en Norteamérica, con presencia importante en México. 

Las metas de competitividad se ven afectadas, porque si incrementas los costos de generación de esa manera, los productos norteamericanos, muchos de los cuales tienen un componente de manufactura muy importante en México, se encarecen. Impacta las metas de integración regional, de sustentabilidad regional. 

Creo que la secretaria [de Energía de Estados Unidos, Jennifer] Granholm lo planteó con mucha claridad. Dijo que se están afectando las metas que tenemos para trabajar juntos en un momento en que las posibilidades que tenemos para trabajar juntos son enormes. El Gobierno de Estados Unidos ha expresado preocupaciones serias y por supuesto que hay impactos considerables para los inversionistas.

BNamericas: ¿Cuál es su análisis de las gestiones y visitas que han tenido lugar recientemente entre los gobiernos de EE.UU. y México respecto de esta reforma?

Zárate: Hay tres puntos que son muy importantes: las declaraciones del secretario [de asuntos del hemisferio occidental Brian] Nichols, de la secretaria Granholm y del [embajador de Estados Unidos en México] Ken Salazar. Todas dicen que hay preocupaciones reales sobre la reforma eléctrica de México. 

La posición del Gobierno de EE.UU. en este sentido es muy clara. Al Gobierno mexicano le ha gustado jugar con esta noción de que sí están de acuerdo, pero las declaraciones no dejan dudas de la posición del Gobierno norteamericano, y a eso hay que sumarle el reporte de NREL.

BNamericas: ¿Cree que esto afecta la oportunidad de México de integrarse más con los otros países de Norteamérica en vista de que ha habido un distanciamiento de EE.UU. con países como China?

Zárate: La oportunidad que tenía México para convertirse en el destino de inversión favorito en medio de los cambios geopolíticos y la necesidad de tener nearshoring estratégico era histórica para consolidarse como el destino de inversión preferido. 

Y no solo no está tomando esa oportunidad de crear valor y crecer aceleradamente, sino que se está moviendo en la dirección opuesta. Los indicadores de inversión, de capacidad de hacer negocios en México, los reportes de calificadoras y demás muestran que más bien está emergiendo como un país donde es difícil hacer negocios, donde es difícil confiar en el estado de derecho, y eso tiene un impacto a lo largo de toda la cadena, y que desafortunadamente se multiplica con el tiempo.

BNamericas: Sabemos que hay senadores que buscan hacer enmiendas a la propuesta de reforma constitucional para hacerla más aceptable para la oposición y para proteger a México de posibles arbitrajes de inversión. ¿Qué cambios espera que pudieran realizarse?

Zárate: Creo que el Gobierno de México ha tratado de poner el foco en todas las cosas que le disgustan del modelo actual. En ese análisis y diagnóstico hay muchísimas imprecisiones, radicalizaciones y politizaciones.

Lo que el gobierno no ha hecho es lograr explicarle a los mexicanos en qué mejora las cosas su reforma, cómo va a hacer la energía más barata cuando pretenden despachar desde plantas más caras, cómo va a ser más limpia cuando pretenden despachar plantas que tienen una huella de carbono mucho más alta. 

Yo creo que, conforme la discusión se enfoque en estos parámetros de qué exactamente está proponiendo el gobierno, y no en el disgusto con el pasado, es claro que es una reforma que es técnicamente inviable. 

No es un asunto de cómo se ajustan elementos periféricos de la reforma para hacerla más aceptable. Se trata de que el corazón de la reforma, al ser discriminatorio de tecnologías más baratas y más limpias, está en contrasentido del momento y hacia dónde se tienen que mover los países para hacerse más competitivos en la era de la sustentabilidad.

A mí me gustaría creer que no hemos llegado al punto en que lo técnico se divorcia total y completamente de lo político, porque eso significa malas noticias para un país.