¿Cómo afrontar la desindustrialización de la siderurgia latinoamericana?

La siderúrgica chilena CSH, perteneciente al grupo CAP, concretó a mediados de febrero el cierre de una planta laminadora de barras como parte de un plan de reducción de costos. Una comisión nacional está investigando la existencia de distorsiones en el precio de las mercaderías importadas y las denuncias de CSH sobre prácticas de dumping o subsidios para determinar el nivel de perjuicio a la producción nacional.

Los sindicatos y la compañía esperan una definición sobre una salvaguardia en torno al 25% para el acero procedente de China, especialmente bolas de acero de molienda usadas en la minería del cobre, para evitar el cierre definitivo. 

En tanto, en Argentina, el productor de acero Acindar, parte del grupo luxemburgués ArcelorMittal, suspenderá las operaciones en cuatro plantas debido a la recesión y la falta de financiamiento del gobierno a las obras públicas, lo que se ha traducido en una baja de sus ventas. 

Para comprender mejor los problemas y como resolverlos, BNamericas conversó con el director ejecutivo de la asociación latinoamericana Alacero, Alejandro Wagner.

BNamericas: ¿Qué opina de las medidas de CSH y Acindar?  

Wagner: El potencial cierre [definitivo] de la planta de Huachipato, junto con la suspensión de las operaciones en cuatro fábricas de Acindar, refleja un problema estructural en la industria del acero de Latinoamérica que se ha venido desarrollando por más de una década y que es la amenaza creciente de las importaciones de acero chino a valores por debajo del mercado.

Esta situación no es exclusiva de la región. Sin embargo, es importante destacar que otros países y bloques comerciales han implementado medidas correctivas significativas. Por ejemplo, Europa, Norteamérica y más recientemente México han adoptado políticas arancelarias con tasas de importación para los principales productos de acero cercanas al 25%. Estas medidas buscan proteger la industria local y preservar empleos, a la vez que se enfrentan desafíos ambientales. 

BNamericas: ¿Cómo ha actuado Chile al respecto? 

Wagner: En Chile los aranceles aplicados son considerablemente más bajos, llegando incluso al 0% en algunos casos. Diversos estudios han demostrado que el impacto de estos aranceles en el precio de productos finales como autos, edificios y maquinaria agrícola es mínimo. En cambio, el efecto económico y social de importar acero, particularmente desde China, es significativo. 

El acero chino no solo afecta los empleos locales de alta calidad en la siderurgia, sino que también implica una mayor huella de carbono, un 45% superior a la media de Latinoamérica, exacerbando los problemas ambientales. 

BNamericas: ¿Qué otros factores influyen en la decisión de Acindar y cómo podría solucionarse el problema?

Wagner: La situación en Argentina revela una crisis económica profunda, que agrava los desafíos enfrentados por la industria siderúrgica. Frente a este panorama, es crucial que los países latinoamericanos revisen y ajusten sus políticas comerciales y arancelarias para proteger sus industrias locales. 

Esto podría incluir la implementación de aranceles más altos sobre las importaciones de acero, medidas de fomento a la producción local sostenible y estrategias de cooperación regional para fortalecer la competitividad de la industria en el mercado global. 

Además, es imperativo abordar los desafíos ambientales con el fomento de prácticas de producción limpias y eficientes, alineadas con los objetivos de desarrollo sostenible. 

BNamericas: ¿Qué impactos traen las medidas de Acindar y CSH a la industria del acero y la minería del hierro latinoamericana?   

Wagner: El impacto es significativo tanto en términos ambientales como económicos. Con una producción que representa el 55% del acero mundial, China emite 2,24t de CO2 por cada tonelada de acero producido, un 45% más que la media de emisiones en Latinoamérica, que es de 1,55t de CO2 por tonelada de acero. 

Esto resalta la mayor eficiencia y menor huella de carbono de la industria acerera latinoamericana en comparación con la china. Además, el año pasado se registró un récord de importaciones de acero chino en Latinoamérica, lo que agudiza el impacto ambiental debido no solo a las emisiones asociadas a la producción de acero sino también las del transporte internacional. 

Este fenómeno se ve exacerbado por el hecho de que China, siendo deficitaria en mineral de hierro y carbón, importa estas materias primas desde Latinoamérica, las utiliza para producir acero y luego exporta el acero terminado de vuelta a la región.

Esta dinámica implica un ciclo de emisiones aún mayor cuando se consideran tanto la producción como el transporte de las materias primas y el acero terminado y es una muestra de la desindustrialización que acarrea para nuestra región.

En las perspectivas y tendencias para la industria acerera latinoamericana, es fundamental considerar el desarrollo de prácticas más sostenibles y eficientes para mantener la competitividad en el mercado global. 

Esto incluye la adopción de tecnologías limpias, eficiencia energética y la reducción de la dependencia de las importaciones de acero de regiones con mayores emisiones. La promoción de la producción local de acero no solo favorece la reducción de la huella de carbono, sino que también apoya la economía regional y al desarrollo sostenible.