México
Entrevista

El futuro del tratamiento de aguas residuales y sus desafíos

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El futuro del tratamiento de aguas residuales y sus desafíos

El tratamiento de aguas residuales está ad portas de una revolución gracias a la biotecnología y nanotecnología. Sin embargo, los países en desarrollo todavía enfrentan algunos obstáculos para adoptar los nuevos métodos.

BNamericas conversa con Walid Khoury, miembro de la federación ambiental del agua, WEF, y gerente general de la compañía con sede en Dubái Desalytics, sobre estos desafíos y el futuro del tratamiento de aguas residuales.

BNamericas: ¿Cuáles son las opciones para tratar el agua que presentan los gobiernos o entidades con poco dinero?

Khoury: Una de las iniciativas que se pueden llevar a cabo es, en primer lugar, centrarse en la conservación del agua. Siempre hablamos de su reutilización, pero primero tenemos que reducir el consumo. La reutilización viene después del reciclaje, y si no tiene dinero se asocia con el sector privado. Se consiguen préstamos para construir y operar la planta y luego esta pasa a manos del gobierno. Las asociaciones privadas pueden marcar la diferencia a la hora de acelerar estos proyectos.

BNamericas: ¿Cuál es el mejor modelo financiero para proyectos hídricos?

Khoury: Depende. No hay una solución única para todos, pero algunos de los gobiernos que carecen de financiamiento suelen depender de la ayuda de la [Corporación Financiera Internacional] IFC. En Ghana, los préstamos están garantizados por la CFI, por lo que la planta, si produce agua que no se utiliza, recibirá de todas formas el pago, lo que es tranquilizador.

Dubái no se centra en las asociaciones público-privadas porque el gobierno administra las plantas de manera muy eficiente, por lo que no hay privatización de la energía o del agua. En otros países, incluso si son ricos, se entregan los proyectos al sector privado cuando se desconfía de la eficiencia del gobierno.

BNamericas: ¿Qué pasa con la desalinización? Mucha gente en México piensa que el método es carísimo…

Khoury: Es caro. No debería ser la primera fuente de agua, sino el último recurso. Por otro lado, la desalinización es cara pero ¿comparada con qué? Si uno no tiene agua para hacer funcionar tu economía, entonces el método es definitivamente más barato. En países del Oriente Medio está prosperando porque pudieron asegurar el suministro. Ahora bien, en los últimos 30 años la desalinización se ha vuelto más barata. Un metro cúbico cuesta aproximadamente lo que costaría una botella de agua.

Los usuarios, en especial, en los países emergentes, no confían en el agua del grifo y se da un círculo vicioso porque, si no confían en el agua del grifo, el gobierno no obtiene financiación para construir infraestructura adecuada y garantizar que la calidad del agua sea buena. Esa es una de mis preocupaciones. La gente siempre dice que el agua debería ser gratuita, pero incluso en los países pobres la gente usa su dinero para comprar agua embotellada. Si uno no confía en el agua no se podrá invertir en infraestructura.

BNamericas: ¿Cuál diría que es un buen precio para el agua?

Khoury: Creo que debería ser exponencial. Por ejemplo, si consumo un metro cúbico al mes pago una cantidad determinada y si consumo dos metros cúbicos pago el triple de esa cantidad, no el doble. Necesitamos motivar al consumidor, ya sea una persona o una empresa, a invertir en el reciclaje del agua o en un menor uso. Si algo es gratis uno lo usa sin pensarlo. Si el precio es exponencial, le estaría dando a la gente el agua que necesita y no se estaría restringiendo su consumo.

BNamericas: Algunas personas en México quieren cobrar a los usuarios según sus ingresos. ¿Podría funcionar eso?

Khoury: Es una excelente estrategia porque cuanto más ingresos uno tiene, más dinero debería pagar por el agua, que es un bien básico y esencial, si se puede determinar quién puede pagar más por ello.

BNamericas: ¿Cuáles diría que son los problemas con el uso del agua industrial?

Khoury: Esta es una muy buena oportunidad porque hay muchos procesos que requieren diferentes calidades de agua como en la minería, producción de alimentos, centrales eléctricas, refinerías, que usan agua para enfriar, calentar y limpiar, por ejemplo. Tiene que haber incentivos porque si se obtiene agua gratis, no hay incentivos para obligar a reciclar. Sin embargo, en este momento todas esas multinacionales que cotizan en bolsa están recibiendo más presión sobre sus acciones en términos de sostenibilidad, y ahí está surgiendo el concepto de “agua positiva”, que se refiere a generar más agua de la que se consume. Shell tiene en Catar la planta de descarga cero de líquidos más grande, porque la recicla toda y el agua que no se puede tratar se evapora. A veces es necesario imponer estos cambios a través de la legislación, pero por fortuna los inversores se interesan ahora en la gobernanza y sostenibilidad. Estamos trabajando para tener una mejor definición de “agua positiva” a fin de certificar a las compañías. Recién se están comenzando a ver los esfuerzos de las compañías por aplicar el concepto de “agua positiva”.

BNamericas: El agua se reutiliza ahora en la industria de alimentos y bebidas. Y si bien se elabora cerveza a partir de agua reciclada, las empresas tienen miedo de utilizarla. ¿Por qué?

Khoury: Creo que todavía falta conciencia entre la población y no sería algo bueno para Heineken si se percibe que emplea agua reciclada para sus productos. Sin embargo, existen muchas necesidades hídricas fuera de la industria de alimentos y bebidas. Normalmente empleamos entre el 5% y el 10% del agua para beber, pero el 70% se destina a la agricultura y el 20% a la industria. En el negocio hídrico utilizamos la frase “del baño al grifo”, lo que significa que podemos tratar el agua de los inodoros y volver a introducirla para el consumo, y eso creó esta mentalidad negativa. En Singapur la llaman “agua nueva”, por lo que la gente tiene una percepción diferente de ella.

BNamericas: ¿Es costoso este proceso “del baño al grifo”?

Khoury: Es más barato que usar agua dulce. Depende de dónde se obtenga el agua para tratarla, pero puede ser muy barato y fácil de tratar porque puede que no haya muchos contaminantes en el agua. Sin embargo, hoy no lo hacemos porque no hay leyes que obliguen a los edificios a tener una red separada para eso. A largo plazo sería más barato, como ocurre con la mayoría de los proyectos hídricos. La financiación inicial es lo que resulta difícil de conseguir.

BNamericas: ¿Existen otras barreras para este proceso?

Khoury: Algunas son culturales como la religión. En el Islam no se debe reutilizar el agua. Sin embargo, los clérigos están comunicando ahora que esto es aceptable y las mezquitas están usando esta agua para limpiar.

BNamericas: ¿Qué porcentaje del agua se está reutilizando?

Khoury: Depende del lugar, pero puede llegar hasta el 80% en zonas como Dubái y Singapur. No creo en la escasez de agua, sino en la falta de liderazgo porque en algunos sitios como el Medio Oriente pudimos proporcionar agua y nunca hablamos del “día cero” [cuando un lugar se queda sin agua] porque el gobierno elaboró todas las políticas para asegurar el suministro. El día cero ocurre cuando fallamos en el liderazgo para tener los procesos, las situaciones, la gestión integrada del agua y todos nuestros recursos alienados para garantizar el suministro. Demuestra que no se está planificando el futuro de manera adecuada, se trata más bien de cómo reaccionar. Los políticos quieren votos y lamentablemente la infraestructura hídrica no es visible, por lo que los políticos no están muy interesados en invertir en ella.

Ahora bien, la tecnología nos ha permitido tratar el agua de forma diferente, tener plantas muy compactas y más cercanas a la ciudad y evitar tener que bombear agua desde lejos. Eso podría visibilizar más la infraestructura.

BNamericas: ¿Cuál es el futuro del tratamiento del agua?

Khoury: Las aguas residuales tienen nutrientes y las bacterias aman los nutrientes, por lo que cuantas más bacterias tenga, más consumirán los nutrientes y se replicarán. Ahora podemos descubrir cómo acelerar la reacción, cómo ralentizarla y hacerla más eficiente. La mayoría de estas enzimas y bacterias pueden modificarse mediante bioingeniería para seleccionar determinadas sustancias y elementos como el hierro. Si tenemos agua con una alta contaminación por hierro, podemos crear una enzima que lo devore. Esto impulsará un gran cambio porque no necesitaremos métodos de tratamiento complejos. Tenemos bioingeniería, nanotecnología y el aprendizaje automático, entre otras herramientas. Combinarlos supondrá una revolución en el sector. Las universidades que cuentan con buenos equipos impulsan este cambio. Sin embargo, la adopción es muy lenta.

Otro problema son los productos farmacéuticos. Hoy en día vertimos muchos de ellos al agua, lo que genera resistencia a medicamentos como los antibióticos y surgen problemas de salud. También tenemos microplásticos o pesticidas en el agua. Estos son los desafíos que hay hoy y que pueden abordarse con nuevas tecnologías.

BNamericas: ¿Cuánto tiempo tomará para que estos métodos se generalicen?

Khoury: Tal vez 5 a 10 años. Necesitemos aprobaciones de reguladores como [la agencia estadounidense de protección ambiental] EPA. En el lado industrial es más rápido.

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