Nuevo gobierno de Perú no “reinventará la rueda”

Si bien todavía se siguen contando los votos, Pedro Castillo parece haber obtenido una ventaja mínima irremontable sobre la abanderada de derecha Keiko Fujimori en las elecciones presidenciales peruanas.

Castillo será un líder con principios de izquierda en lo que respecta a relaciones con otros gobiernos e incluso dejará el Grupo de Lima, que intenta presionar la salida de Nicolás Maduro en Venezuela.

Sin embargo, es probable que las relaciones económicas se fortalezcan, incluso con países como Brasil, cuyo gobierno tiene a un presidente de ideología opuesta.

BNamericas conversa con Dawisson Lopes, profesor de Relaciones Internacionales de la brasileña Universidad Federal de Minas Gerais e investigador sénior para Sudamérica del centro brasileño de relaciones Internacionales Cebri, sobre las controvertidas elecciones, las relaciones políticas y económicas entre Brasil y Perú y otros temas.

BNamericas: ¿Esperaba tanta polarización en las elecciones presidenciales de Perú?

Lopes: Todas las encuestas serias realizadas en las últimas semanas ya indicaban que el margen sería muy estrecho y que esta elección podría decidirse por una diferencia de votos insignificante, que es lo que ocurrió.

Ipsos registraba 50,2% para Castillo y 49,8% para Fujimori, que fue casi el resultado exacto. Si ya se anticipaba una carrera reñida, los partidos tuvieron tiempo de desarrollar sus estrategias. Dado que Fujimori tiene historial de impugnaciones institucionales y no aceptó un resultado similar en 2016, ya se esperaba que pudiera hacer lo mismo ahora.

Hay un componente de psicología populista que se repite en todo el mundo, tanto de izquierda como de derecha. El líder popular y querido nunca pierde las elecciones, sino que es perjudicado. La elección supuestamente fue amañada, porque el líder representa al pueblo.

Eso ya era predecible.

BNamericas: ¿Cómo se desarrollará la relación entre el presidente Jair Bolsonaro y Pedro Castillo, que asumirá el cargo en julio?

Lopes: Ciertamente no habrá buena voluntad. Castillo es marcadamente izquierdista y tiende a alinearse con gobiernos más a la izquierda, como el de Venezuela.

BNamericas: ¿Eso afectará las relaciones económicas, que suelen ser más pragmáticas?

Lopes: Creo que hay poco espacio para otro curso de cooperación bilateral. No hay razón para desviarse. Lo que he observado en las relaciones de Brasil con Bolivia, por ejemplo, que también tiene un presidente de izquierda, es que el curso no cambia.

Los grupos empresariales seguirán haciendo negocios. No hay interés por la parte brasileña de instrumentalizar esto ideológicamente. Por supuesto, el Gobierno brasileño estaba apoyando al candidato de derecha.

BNamericas: ¿Se resolverán entonces las relaciones comerciales?

Lopes: Sí, suelen seguir un curso más o menos natural. No veo grandes cambios. En cuanto a algunos temas, es posible que se revisen. Por ejemplo, la postura del Grupo de Lima frente a Venezuela se debilitará. [Perú] podría dejar el Grupo de Lima, como prometió Castillo.

Aun así, [el presidente estadounidense Joe] Biden ya había desinflado la iniciativa. Asimismo, el Gobierno brasileño ya está revisando la relación con Venezuela y hay propuestas de acercamiento sobre cimientos pragmáticos, enfocados en nichos donde es posible cooperar de manera técnica y despolitizada.

BNamericas: ¿Por qué las elecciones de Perú se desarrollaron de esta manera?

Lopes: Es necesario llamar la atención sobre la inestabilidad institucional que ha experimentado Perú en los últimos años. Hay cierta similitud con lo que pasó con [la investigación anticorrupción brasileña] Lava Jato, que arrasó con el marco electoral y político-partidista.

El proceso judicial y de aplicación de la ley que tuvo lugar en Perú derribó a varios legisladores. La economía se vio perturbada por este proceso.

Ahora se está produciendo un intento de reorganizar el país de manera diferente. Después de tanta inestabilidad, agravada por una pandemia mal gestionada, parece que los peruanos están apostando por un cambio profundo.

Fue una apuesta antisistémica, un cambio radical, un intento de enarbolar a un candidato dispuesto a revisar los fundamentos de la política. Es una apuesta de alto riesgo [que crearon los votantes].

En cuanto a los negocios, […] no veo voluntad de reinventar la rueda ni de discontinuidad. La gran matriz que ha servido de inspiración a varios de estos países es el modelo chino, donde reina el pragmatismo.