Bajo la lupa: Interconexión Colombia-Panamá, 17 años después

En un intento por optimizar recursos energéticos, los gobiernos de Colombia y Panamá presentaron en 2001 planes para construir una línea de transmisión eléctrica transfronteriza.

Tras el trabajo realizado por ISA y Etesa, respectivas empresas estatales de transmisión colombiana y panameña que analizaron los aspectos técnicos, económicos, financieros, ambientales y sociales de la interconexión, los países firmaron en 2003 un memorando de entendimiento para crear grupos de trabajo y avanzar en el proyecto.

Tres años después, una comisión binacional solicitó realizar un estudio del marco de armonización energética y, en 2007, ISA y Etesa establecieron Interconexión Eléctrica Colombia-Panamá (ICP) para desarrollar el proyecto.

Desde entonces, ICP se ha centrado en gestionar los permisos. La autorización para el corredor ambiental ya fue otorgada por la colombiana Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), pero sigue pendiente en Panamá.

En mayo de 2009, el regulador de servicios públicos de la nación centroamericana, ASEP, dio 12 meses a ICP para presentar el estudio de impacto ambiental aprobado para el corredor.

Sin embargo, la necesidad de más tiempo por el enorme alcance del proyecto llevó a ICP a solicitar una serie de extensiones, la última de las cuales postergó el último plazo en dos años hasta septiembre de 2020.

En su aprobación a la última solicitud de ICP, el regulador destacó los esfuerzos de la compañía para realizar el trabajo requerido y recalcó que la modificación del corredor en Panamá es importante para garantizar la viabilidad social del proyecto, que pasaría por las reservas indígenas Kuna Wargandi y Guna Yala.

Una vez que Panamá dé luz verde al corredor, conseguida la autorización de las reservas indígenas, se trabajará en el estudio de impacto ambiental y social de la línea de transmisión y se iniciará el diseño de detalle.

De acuerdo con información preliminar, el enlace de corriente continua de alta tensión de 300kV tendría una extensión de 500km desde la subestación Cerromatoso, en el departamento colombiano de Córdoba, hasta la subestación Panamá II, en la provincia de Panamá, y contaría con 400MW de capacidad de transporte.

La línea incluiría un tramo marino de 130km a fin de reducir el impacto en Panamá, lo que sí aumentaría la inversión, según algunos observadores.

Los aspectos sensibles que merecen considerarse en el proyecto son el impulso a la energía renovable, las medidas para reforzar el despacho y los planes de agregar una segunda terminal de importación de GNL por parte de Colombia, lo que debe analizarse a la luz del incierto futuro del proyecto hidroeléctrico Hidroituango.

En el caso de Panamá, eventos recientes como los planes de una cuarta línea de transmisión y el inicio de las importaciones de GNL pueden tener repercusiones en la interconexión propuesta.

En contraste, las operaciones de la red centroamericana Siepac se iniciaron en 2010 y se materializaron en octubre de 2014, después de vislumbrarse por primera vez en estudios durante la década de 1960.