Caída en índices de aprobación podría llevar a Lula a adoptar medidas populistas

El descontento de la opinión pública con los intentos del Gobierno brasileño de reducir la inflación, los altos niveles de delincuencia y la deficiente gestión del sistema de salud han provocado una tendencia a la baja en los índices de aprobación del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

A los analistas políticos les empieza a preocupar que la rápida caída de la aprobación del gobierno pueda llevar a Lula a adoptar en el corto plazo medidas populistas para impulsar su popularidad.

Varias encuestas de los últimos meses han mostrado que la aprobación de la administración está en declive, lo que desconcierta a algunos analistas, ya que los esfuerzos por controlar la inflación han dado muestras de funcionar y el mercado laboral se mantiene robusto.

Un sondeo realizado por la encuestadora Ipec a 2.000 electores de 129 municipios entre el 4 y el 8 de abril y publicado el fin de semana por el diario O Globo indica que la población no está contenta con la gestión en muchos ámbitos.

De los ocho temas sobre los que fueron consultados ―educación, combate del hambre, medidas medioambientales, política internacional, salud, delincuencia, lucha contra el desempleo y la inflación― el gobierno recibió más valoraciones negativas que positivas en siete de ellos.

El mayor nivel de desaprobación se observó en el control de la inflación, la delincuencia y la administración de los servicios de salud, donde el gobierno de Lula fue calificado como malo o muy malo por el 46%, el 42% y el 42% de los encuestados, respectivamente, mientras que el 23%, el 27% y el 29% consideraron el desempeño de la administración como bueno o excelente en esas áreas.

"El área de la delincuencia es un problema que lleva años y es muy difícil de resolver porque implica un esfuerzo coordinado entre el Gobierno Federal y los gobiernos estatales. Creo que es complicado que Lula gane terreno en esa materia", señaló a BNamericas el analista político de Hold Consultoria André Pereira César.

"En cuanto a la inflación, es un escenario realmente intrigante, porque Brasil no sufre problemas de precios descontrolados, pero lo veo como un riesgo, porque Lula podría intentar adoptar medidas populistas para tratar de mejorar su índice de aprobación en este ámbito", añadió César.

Según el analista, las medidas populistas que se podrían adoptar podrían implicar controles de precios en determinados sectores, por ejemplo.

El único ámbito en el que el gobierno recibió más valoraciones positivas que negativas fue el de la educación, con un 38% de los entrevistados que consideran que la administración es buena o excelente, y 31% que la ven mala o muy mala.

Aunque el segundo año de una administración federal sufre tradicionalmente una caída de los niveles de aprobación, Lula sigue preocupado por sus índices, ya que su principal antagonista político, el anterior mandatario Jair Bolsonaro, sigue demostrando que tiene poder para movilizar a la oposición al gobierno.

Durante el fin de semana, miles de simpatizantes respondieron a un llamado del expresidente y realizaron una manifestación de apoyo a él en la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, además de protestar contra las investigaciones de la Corte Suprema sobre los esfuerzos de Bolsonaro para anular el resultado de las elecciones de 2022, en las que fue derrotado por Lula.

"El hecho de que Bolsonaro siga siendo un agente político con fuerte poder de movilización preocupa a Lula, de cara a las elecciones de 2026. Aunque Bolsonaro no pueda presentarse a las próximas elecciones, con su gran capacidad de convocatoria podría causar grandes trastornos en el proceso electoral", afirmó César.

En 2023, el tribunal electoral dictaminó que Bolsonaro no podrá presentarse como candidato a un cargo público hasta 2030 tras una demanda presentada por el Partido Democrático Laborista (PDT) que acusaba a Bolsonaro y a Walter Braga Netto, su compañero de fórmula para vicepresidente en las elecciones de 2022, de abuso de poder y uso indebido de los medios de comunicación estatales para socavar la confianza en el sistema de votación del país durante una reunión con diplomáticos al inicio de la campaña electoral.