Cómo se preparan las refinerías para el objetivo de cero emisiones netas

Proyectos petroquímicos y de hidrógeno desempeñarán un papel cada vez más importante en la planificación del segmento downstream de Latinoamérica durante la próxima década conforme la región deje de usar combustibles fósiles, según el vicepresidente de refinación y procesos industriales de la estatal colombiana Ecopetrol.

En una conferencia en línea realizada por la asociación regional Arpel, Walter Canova habló de un cambio de enfoque entre las refinerías y de una ventana de oportunidad que se cierra para las actividades tradicionales intensivas en carbono.

"En los próximos 10 años, la rentabilidad para hacer gasolina y desplazar importaciones quizás luzca atractiva, pero de acá a 30 años ese nivel de atractivo se cae y un proyecto de petroquímica pasa a ser mucho más interesante", dijo Canova, quien mencionó que América Latina es un importador neto de combustibles.

Los flujos de inversión reflejarán un auge esperado en la demanda de productos petroquímicos durante los próximos 30 años, según Canova. Mientras tanto, se espera que la demanda de gasolina alcance su punto máximo en la década de 2030, mientras que se prevé que la del diésel llegue a un punto de inflexión a mediados de la década de 2040.

"Un proyecto que aumente la huella de carbono va a tener su penalidad y eso va a hacer que un proyecto orientado a la petroquímica sea mucho más competitivo", agregó.

Además, las refinerías están preparadas para reemplazar los procesos de producción tradicionales con nuevas tecnologías que reducen las emisiones y se ajustan a las promesas de cambio climático global, indicó Canova.

El ejecutivo nombró al hidrógeno como un ejemplo, pero predijo que la adopción a gran escala del combustible limpio no ocurriría en el corto plazo.

"Yo pienso que del 2030 o del 2040 en adelante el hidrógeno podría asumir un papel relevante como combustible para el transporte de cargas pesadas, por ejemplo", afirmó.

"Un proyecto de gasificación atado a la captura y almacenamiento de carbono podría resultar atractivo. Pero si va a ser un proyecto de gasificación que emite CO2, es poco probable que funcione, porque la huella de carbono es mayor", añadió.

Algunos, sin embargo, han adoptado un enfoque más cauteloso con respecto a la recalibración del sector downstream.

Según José Pastorino, gerente de negocios energéticos de la estatal uruguaya Ancap, cualquier cambio a corto plazo dependerá de los costos.

"La dificultad principal es el financiamiento. Es muy costoso hacer una transición energética y los objetivos que se han planteado son sumamente ambiciosos", explicó durante la conferencia.

"Espero que se puedan lograr porque tenemos que cuidar nuestro planeta. Pero será necesario desmontar y reemplazar toda la industria. Veo que sucederá a una velocidad mucho más lenta de lo que se ha planteado. Se necesita mucho dinero para financiar todas estas transformaciones y hay otras prioridades como la educación y la salud, con una cantidad limitada de recursos”, agregó.

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