NUEVO INFORME: El camino de México hacia la autosuficiencia energética

El 1 de julio de 2018, el candidato del partido Morena, Andrés Manuel López Obrador, fue elegido presidente de México por una amplia mayoría. Entre los postulados fundamentales de su campaña estaba la promesa de llevar al país hacia la autosuficiencia energética fortaleciendo para ello a las estatales Petróleos Mexicanos (Pemex) y Comisión Federal de Electricidad (CFE).

HAGA CLIC AQUÍ PARA LEER EL REPORTE COMPLETO

Como parte de su plan, López Obrador pondría freno a la reforma energética lanzada por su predecesor, Enrique Peña Nieto, profunda transformación que abrió el sector a la inversión privada e impuso lógicas de mercado para hacerlo más eficiente, modernizar su infraestructura y reducir los costos energéticos del país, además de avanzar hacia una matriz más limpia.

La cierto es que México necesitaba hacer cambios radicales. Para modernizar y reducir los costos del sector eléctrico, el gobierno anterior apostó por el gas natural y por impulsar los nacientes segmentos de energía eólica y solar. La política apuntaba a capitalizar las económicas importaciones de gas estadounidense promoviendo inversiones por US$10.000 millones para ampliar la red de gasoductos, lo que garantizaría el suministro de combustible a una serie de nuevas centrales de ciclo combinado que serían operadas por CFE y generadoras privadas.

Por el lado de los líquidos, México enfrenta una marcada caída en su producción petrolera debido al agotamiento de las reservas de Cantarell, uno de los mayores yacimientos petrolíferos del mundo, en explotación desde fines de los años setenta. Dado que la actividad exploratoria de Pemex ha sido muy limitada en las últimas décadas, no ha habido descubrimientos que permitieran reemplazar la merma productiva de este yacimiento. En consecuencia, las reservas de hidrocarburos mexicanas han venido cayendo a un ritmo de 6% anual desde 2006, según cifras de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH). La producción de petróleo, en tanto, se ha desplomado a la mitad de la histórica marca de 3,4 millones de barriles diarios (Mb/d) registrada en 2004. Actualmente México produce poco menos de 1,7Mb/d.

En paralelo, la infraestructura de refinación petrolera, también bajo monopolio de Pemex, fue quedando obsoleta y, también por problemas de mantenimiento, limitada en capacidad. Como consecuencia, las exportaciones mexicanas de petróleo muestran una tendencia descendente que compromete las finanzas de Pemex y los ingresos fiscales del Gobierno mexicano, mientras que las importaciones de combustibles refinados —gasolinas, diésel y gas licuado de petróleo (GLP)— desde Estados Unidos crecen sostenidamente y superan hoy el millón de barriles diarios equivalentes.

El índice de independencia energética de México, preparado por la Secretaría de Energía (Sener), disminuyó de 1,26 puntos en 2007 a 0,76 en 2017. En 10 años, el país pasó de producir 26% más energía de la que consumía a depender de las importaciones para satisfacer el 24% de su demanda total.

Como parte de los esfuerzos para revertir esta tendencia, entre 2015 y 2018 México firmó un total de 112 contratos de exploración y producción en el marco de la reforma energética que representaron inversiones por casi US$35.000 millones en los planes ya aprobados. Se estima que la inversión total podría llegar a US$143.000 millones, considerando todos los contratos hasta su expiración.