NUEVO REPORTE - Infraestructura en Argentina: ¿Hacia dónde vamos?

Cuando Mauricio Macri fue elegido presidente de Argentina en 2015, sus políticas más proclives a los negocios fueron aclamadas como la fórmula necesaria para resolver la infinidad de problemas económicos que heredó. Al asumir el cargo, Macri abolió los controles cambiarios, impuso al Banco Central un objetivo para reducir la inflación, eliminó los subsidios y controles sobre los precios de cientos de bienes y llegó a un acuerdo con los tenedores de deudas en mora.

Uno de los elementos clave de los esfuerzos de Macri para revivir la economía y aumentar su competitividad fue un plan nacional de infraestructura que el jefe de Gabinete, Marcos Peña, calificó como "el más ambicioso de la historia argentina". En su primera etapa, la iniciativa contemplaba inversiones por alrededor de US$33.000mn para 2019. Con proyectos que se extendían hasta 2035, planteaba duplicar la red de carreteras y concesiones para nuevos corredores viales, impulsar los ferrocarriles de carga con nuevas líneas, mejorar el material rodante y las operaciones, además de ejecutar obras portuarias, implementar nuevos sistemas para optimizar el transporte urbano y modernizar la infraestructura aeroportuaria.

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El sector privado debía financiar alrededor del 25% del plan para el cual el Congreso aprobó una nueva ley de asociaciones público-privadas (APP) a principios de 2017. El sector público comprometió US$12.500mn para duplicar la red vial a 2.800km de nuevas carreteras. Las inversiones públicas en carreteras y caminos debían crecer a US$35.000mn para 2027. El financiamiento del programa se iba a garantizar mediante deuda externa, principalmente en forma de préstamos de organismos multilaterales y bancos de desarrollo, incluidas entidades chinas.

A medida que pasaba el tiempo, y sin una mayoría en el Congreso, Macri se mostró reticente a reducir drásticamente el déficit presupuestario y relajó el objetivo de inflación del Banco Central. Después de la euforia de su primer año en el cargo, el interés de los inversionistas comenzó a enfriarse, en parte debido a un aumento de las tasas de interés globales que alejó los capitales de las economías emergentes y los llevó de regreso a Estados Unidos. Todo se vino en picada en 2018, cuando Argentina sufrió su peor sequía en décadas y el peso perdió la mitad de su valor frente al dólar. En este punto, Macri recurrió al FMI, que acordó prestar a Argentina US$57.000mn.

Luego, en agosto de 2019, Macri sufrió una inesperada derrota política en las primarias, barómetro de las elecciones presidenciales de octubre. La fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner aseguró una ventaja de 15 puntos que los dejó a un paso de convertirse en presidente y vicepresidenta de la tercera economía más grande de Latinoamérica. Los inversionistas entraron en pánico y se apresuraron a vender activos locales, temiendo que el resultado pudiera significar un retorno a las políticas populistas aplicadas por la expresidenta Fernández (bajo las cuales la inflación se disparó tan alto que el gobierno informó estadísticas falsas). El índice bursátil Merval retrocedió 37% el día después de la derrota de Macri y el peso se contrajo 25%.

La moneda cayó aún más en septiembre, cuando se asomó el fantasma de otro impago de la deuda soberana, lo que provocó una nueva fuga de capitales. Macri cerró el círculo y volvió a imponer controles cambiarios. Los inversionistas están acostumbrados a los fiascos financieros en Argentina, pero esta serie de eventos fue choqueante y parece probable que Fernández gane las elecciones en octubre.

"Los logros de Macri en materia de infraestructura, como muchos otros, están marcados por la crisis que se desató el año pasado", sostiene Rafael Flores, vocero y expresidente de la asociación argentina de gasto público y gestión financiera ASAP, quien cree que Macri subestimó la situación fiscal que heredó y sobrestimó el impacto que tendrían sus políticas.

"Macri creía genuinamente que su sola llegada iba a generar una lluvia de inversiones productivas que le iban a permitir sobrellevar las dificultades que tenía que enfrentar", afirma Flores. "Como esas inversiones nunca llegaron (debido a que Argentina sigue siendo un país riesgoso para hundir capital), la forma de generar los dólares que necesita la economía para funcionar fue a través del endeudamiento externo y de la apertura de la cuenta de capital a las inversiones especulativas". Pese a que inicialmente hubo cierto crecimiento, la economía no pudo resistir una combinación de factores externos como el fortalecimiento del dólar y del rendimiento de bonos del Tesoro de Estados Unidos, así como factores internos como el aumento de la deuda y la incapacidad de controlar la inflación.

Entonces, ¿hacia dónde va el programa de infraestructura de Argentina? Este informe analiza la estrategia inicial del gobierno de Macri, las obras que se han ejecutado o están en marcha, y las perspectivas para las que aún no comienzan.