El potencial del hidrógeno verde en América Latina

Por Manuel Fernandes, socio líder en el sector de energía y recursos naturales de KPMG en Brasil y América del Sur, y Ricardo Marques, socio líder en el segmento de metales y minería de KPMG en Brasil

La producción de acero mediante el uso de hidrógeno verde es uno de los posibles caminos para que el sector siderúrgico alcance los objetivos de descarbonización y contribuya a la transición energética global. Aunque la lista de proyectos de acero verde es corta en relación con las necesidades existentes, especialmente en América Latina, la clave para mejorar el rendimiento actual es optimizar el costo de producción del hidrógeno verde, que se encuentra entre los US$3/kg y US$12/kg, según la Agencia Internacional de Energía. 

Aunque solo una parte del hidrógeno producido a nivel mundial es bajo en carbono, la agencia también destacó que su contribución podría cambiar en los próximos años, en especial si los costos observados de producción de energía renovable caen para la generación de electricidad, así como los de las tecnologías utilizadas para generar hidrógeno limpio.

De mantenerse esta tendencia, el costo de generación de este combustible producido mediante el uso de energía solar podría caer a US$2-5/kg para 2030, pudiendo alcanzar cifras menores en América Latina, que se perfila como una de las regiones productoras más baratas del mundo. Para 2050, los costos podrían estar por debajo de los US$2/kg en Argentina, Chile o Brasil, por nombrar algunos.

En este momento hay un número significativo de proyectos de hidrógeno verde en operación en América Latina, siendo la planta de Industrias Cachimayo en Perú la más grande y longeva de la región. En Argentina, no podemos dejar de mencionar la planta de hidrógeno Hychico, en Comodoro Rivadavia, que funciona desde 2008. En Brasil, el mayor exponente actual se encuentra en el proyecto EDP, ubicado en el Complejo Pecém, en el estado de Ceará, y en Chile, la iniciativa Haru Oni, que se ubica en Cabo Negro en la Región de Magallanes. Asimismo, otros países de la región, como Colombia, Costa Rica, Paraguay, México y Uruguay, también se encuentran en la planificación y el desarrollo de iniciativas destinadas a la producción de hidrógeno. 

Si bien la Agencia Internacional de Energía ha señalado que varios países latinoamericanos comparten características que los convierten en candidatos indiscutibles para liderar la producción y exportación de hidrógeno verde en el futuro, es importante señalar que la existencia de obstáculos podría impedir este proceso, particularmente la falta de tecnologías que permitan la captura, el transporte y el almacenamiento de dióxido de carbono; la necesidad de optimizar el funcionamiento de las cadenas de valor que producen y utilizan este combustible; y el desarrollo de una nueva infraestructura.

También son requeridos mayores niveles de inversión para aprovechar las economías de escala, lo que conlleva la necesidad de realizar cambios en materia regulatoria y financiera para crear un entorno propicio para las empresas. En este sentido, es importante establecer reglas que incentiven la producción y el uso de combustibles bajos en carbono o que fortalezcan las obligaciones renovables y generen incentivos fiscales directos e indirectos, entre otros.

Además, será relevante promover la articulación público-privada para el desarrollo de proyectos de hidrógeno y acero verde, así como programas públicos de apoyo a los costos financieros, de capital y operativos y, entre otras iniciativas, la promoción de estándares y certificaciones bajas en carbono. Un obstáculo adicional que hay que tener en cuenta en este proceso de transición para la región es cómo evolucionarán los costos de las energías renovables a partir de ahora, y cómo esto puede afectar al hidrógeno verde. 

Por último, el acero será esencial en el camino hacia la descarbonización, no solo porque es decisivo en la construcción de las diversas fuentes de energía renovable, sino porque el camino hacia las cero emisiones de carbono y la necesidad de producir de forma más limpia bajo tecnologías respaldadas por el hidrógeno es fundamental para lograr una caída sostenible de las emisiones hacia 2030 y, sobre todo, en 2050, que es cuando el sector espera estar más cerca de alcanzar el objetivo de transición.

América Latina tiene una oportunidad en este contexto. Siendo una de las regiones con mejores perspectivas en cuanto a hidrógeno procedente de fuentes renovables y costos de producción mínimos proyectados, el aumento paulatino del número de iniciativas dirigidas al acero verde o producidas con tecnologías bajas en carbono parece ser lo lógico a medio y largo plazo. 

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