Libertad de prensa en Latinoamérica: progreso en medio de dificultades

En general, a Latinoamérica y el Caribe no les fue tan mal en la última Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros sin Fronteras.

Ni un solo país de la región cayó en el ranking de 180 países, mientras que varios exhibieron notables mejoras, como Guatemala, que subió 29 lugares; Panamá y Ecuador, que lo hicieron en 25 posiciones; Bolivia, que escaló 16 puestos; y Paraguay, que avanzó 13. Belice, nuevo integrante de la clasificación, se ubicó en un respetable lugar (29º), por lo que se convierte en un país con una "situación satisfactoria".

Sin embargo, el informe anexo describe un panorama bastante sombrío sobre el estado de la libertad de prensa en muchos países latinoamericanos. La mayoría de las naciones en la región tendría "problemas notables" o se encontraría en una "situación difícil", ya que Uruguay, Costa Rica y -tal vez de manera sorpresiva- El Salvador están entre los pocos que se unen a Belice en la categoría satisfactoria. No es de extrañarse que la situación en Cuba se describa como "muy grave".

Las restricciones a la libertad de prensa se presentan en varias formas y dimensiones, donde las más comunes son las formales, institucionalizadas y legales, como la censura y las leyes que prohíben la crítica a las autoridades; o la protección de la seguridad nacional (en forma justificada o no); la violencia y las amenazas contra los medios, ya sean por parte del gobierno, el crimen organizado o grupos en conflicto; y una que no consideró Reporteros sin Fronteras: el oligopolio y los grupos de negocios que restringen el pluralismo y que a menudo fomentan la autocensura.

Desde el término de las dictaduras que infestaron gran parte de Latinoamérica hace unas décadas, las restricciones formales han desaparecido por suerte en su mayoría. No obstante, la violencia contra los medios está muy enraizada en varias partes de la región, hay muy buenos ejemplos de esto y ella es completamente aborrecible. Por otra parte, el tema de regular el mercado de medios es menos claro. Cualquier intento por mermar el poder de los grandes grupos de medios con una posición dominadora en muchos países de la región converge en forma inevitable con la interferencia del gobierno en la libertad de prensa. En los últimos años, varios países como Argentina, Uruguay, Ecuador y Bolivia han aplicado una normativa que, a simple vista, está diseñada para incentivar la diversificación de los medios al, por ejemplo, restringir la cantidad de concesiones de transmisión que posea un grupo o limitar su participación de mercado. El presidente de Perú, Ollanta Humala, quien no es considerado entre los líderes de izquierda de la región, también ha expresado su preocupación por la influencia que tiene el grupo de medios El Comercio en su país.

En tanto, Brasil "es uno de los países más mortíferos del continente para la prensa (...) El 'país de los treinta Berlusconi' está discapacitado por un modelo mediático que obstaculiza el pluralismo", se lee en el informe de Reporteros sin Fronteras.

En principio, la legislación para promover la diversificación y el pluralismo no es algo negativo. A fin de cuentas, los medios son un mercado y la regulación de cualquier otro sector dominado por unos pocos sería considerada un intento por incentivar la competencia, por lo que raramente provocaría el tipo de alboroto que hemos presenciado en Argentina, por ejemplo, con la nueva ley de medios.

El problema no ha sido la regulación en sí, sino el hecho de que algunos gobiernos han tratado de usar la normativa de medios para apuntar a críticos y opositores políticos, como el grupo argentino de medios Clarín, ya sea a través de la ley o medidas como la limitación de propaganda gubernamental en medios controlados por la oposición, o como hemos visto en Venezuela, que se ubica en el lugar 116 del ranking, y Argentina en el puesto 55, la dificultad para tener acceso a la prensa escrita. Tales intentos por manipular los medios hacen que sea aún más difícil lograr un justo equilibrio entre la libertad de prensa y la necesidad de pluralismo y diversificación.