Columnista Invitado

Sueños de infancia, la escala de Kardashov y finanzas sostenibles

Bnamericas

Por Fred Seifert, socio y líder del comité asesor de alto nivel para el sector financiero de ERM

Desde que era niño, siempre quise ser analista de ESG. Recuerdo que pasaba las tardes revisando informes de sostenibilidad, enviando cartas de reclamo a las revistas de negocios brasileñas por no incorporar principios relacionados con ESG en sus evaluaciones y… No es cierto: en realidad, entonces aspiraba a ser algo más genial: astronauta. Sin embargo, ahora puedo ver que mis lecturas sobre astronomía para cumplir mi sueño de la infancia me proporcionaron material interesante para mi función actual, como la Escala de Kardashov, que se puede adaptar al mundo de las finanzas sostenibles.

La Escala de Kardashov es un método creado por el astrónomo Nikolai Kardashov para medir el grado de avance de una civilización, considerando el volumen de energía que puede generar, controlar y utilizar. La teoría original, refinada a lo largo de los años por científicos como Carl Sagan, considera tres tipos de civilización: Tipo I, puede aprovechar y utilizar toda la energía disponible en su planeta; Tipo II, puede capturar toda la energía directamente de su(s) estrella(s); y Tipo III, puede controlar y utilizar toda la energía disponible en su galaxia.

Aunque esto pueda sonar a algo que podríamos leer en un foro de fans de Star Trek o Isaac Asimov en internet, hay dos potentes mensajes que podemos inferir de esto. En primer lugar, la eficiencia energética y eficacia de nuestra sociedad están lejos de ser consideradas “avanzadas”. Todavía tenemos dificultades para controlar, optimizar y gestionar los efectos de los recursos energéticos que consumimos. En términos de la Escala de Kardashov, todavía no hemos logrado una civilización Tipo I cabal.

No es de extrañar que no estemos utilizando ni de lejos nuestra mejor fuente energética limpia, con potencial prácticamente infinito: el sol. Los desafíos no son solo tecnológicos. Además de cuestiones geopolíticas que rodean la transición hacia una economía que deja atrás el petróleo y otras fuentes no renovables, nos encontramos con diversas limitaciones relacionadas con los recursos económicos y los incentivos que apoyan el cambio hacia una civilización más sostenible (¿tipo II?).

Necesitamos una hoja de ruta para la transición desde nuestra actual civilización “Tipo 0”. Para cumplir con los requisitos del Tipo I, el enfoque clave debe estar en la eficiencia: aprovechar al máximo el potencial energético de nuestro planeta, pasar de los recursos no renovables a los renovables. Este enfoque no solo es matemáticamente lógico (los recursos no renovables tienen un límite definido, mientras que los renovables no), sino que también es crucial para nuestra supervivencia: la generación de energía y calor son las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI); las emisiones de GEI aceleran el cambio climático; y el cambio climático es la principal amenaza para nuestra existencia en la actualidad.

Eso no significa que debamos abandonar mañana todas las fuentes como el petróleo y el carbón y las inversiones que estamos haciendo. La mejor estrategia es una transición gradual; de hecho, una transición justa es esencial. Debemos buscar una transformación centrada en actividades que generen impactos positivos en el desarrollo y el ambiente, o al menos que no generen impactos negativos significativos. Las actividades con consecuencias negativas deben recibir apoyo específico a corto y mediano plazo para mitigar los efectos sociales que pueden causar si se las desconecta demasiado rápido.

Por lo tanto, la transición debe ser inclusiva, garantizar oportunidades dignas para todos, incluso para aquellos empleados en sectores energéticos no sostenibles. Además, cuestiones como los derechos humanos y la igualdad de género deben tenerse en cuenta y promoverse en las áreas más afectadas por esta transición. También es importante reconocer que no somos una civilización homogénea; las regiones tienen diferentes condiciones financieras y socioeconómicas, lo que afecta su capacidad para avanzar hacia una economía más sostenible. Por lo tanto, la duración de los períodos de transición debe diferir en función de los impactos y la sostenibilidad de las diversas actividades.

En resumen, es necesario equilibrar los impactos ambientales y sociales en el sector energético. Si bien las consecuencias ambientales de los recursos no renovables son enormes y amenazan nuestra existencia, los costos sociales de una transición demasiado rápida son significativos y no se pueden pasar por alto. La inacción puede tener graves y costosos efectos para la sociedad en el futuro. Así como es importante considerar el bienestar de las generaciones futuras y las condiciones que heredarán, también debemos abordar las necesidades de las generaciones actuales y su capacidad para afrontar cambios sociales y económicos fundamentales, en particular para quienes tienen menos recursos.

El enfoque crítico se desplaza hacia la eficacia para evolucionar hacia una civilización de Tipo II. De acuerdo con la Escala de Kardashov —y considerando las abundantes y ecológicas cualidades de la energía solar, como destaca la comunidad científica—, es evidente que la energía solar es el futuro y que debemos invertir más tiempo y recursos en hacerla más masiva, accesible y pertinente. Para que esto suceda, debemos tener en cuenta que necesitamos superar las dificultades relacionadas con el desarrollo tecnológico y establecer una cadena de suministro adecuada, que garantice no solo la solidez ambiental sino también la salud, la seguridad y el respeto por los derechos humanos de todas las partes.

Para que esta hoja de ruta tenga éxito, son necesarios cambios en los flujos financieros. Se debe considerar la política fiscal y el financiamiento sostenible. Por ejemplo, la implementación de reformas tributarias “verdes” y la incorporación de los costos climáticos en las decisiones presupuestarias son pasos esenciales, como es también evitar incentivos que favorezcan las energías no renovables y creen trabas a las iniciativas ambientalmente positivas.

Este movimiento en el ámbito fiscal y presupuestario debe complementarse con la movilización de recursos —inversiones privadas incluidas— para acciones concretas de transición. Existe un déficit de financiamiento significativo: estimamos que se necesitarán unos US$8.000 millones anuales de aquí a 2050 para que la transición sea viable, pero solo asignamos unos US$1.300 millones cada año. El fortalecimiento de mecanismos financieros como los bonos verdes y la exploración de posibilidades de financiación combinada resultan clave en este sentido.

Los cambios cualitativos también son cruciales, ya que exigen la integración de externalidades ambientales y sociales en los cálculos de rentabilidad de las inversiones y la priorización de las ganancias a largo plazo sobre las de corto plazo. Esto podría llevar a una mayor oferta de soluciones financieras directamente a los clientes por parte de diferentes tipos de entidades financieras.

Debido a las complejidades que implica comprender las implicaciones de alcanzar una civilización de Tipo III con base en nuestro conocimiento y desarrollo científico actuales, no profundizaré en ese tema. Sin embargo, vale la pena señalar que el consejo de “intentar alcanzar las estrellas” de nuestros familiares y amigos tiene mucho sentido al trabajar en el sector energético. Por supuesto, a medida que maduramos y entramos en el mundo de las finanzas, también nos damos cuenta de que necesitamos “alcanzar un alfa sostenido” en dichas inversiones para que sean factibles y para avanzar como civilización, en particular a la luz del entramado socioeconómico en el que vivimos.

Para evitar que toda esta discusión resulte demasiado teórica o incluso ficticia, ni siquiera voy a abordar la ecuación de Drake sobre la probabilidad de encontrar civilizaciones extraterrestres, que nos permitiría saber cómo utilizan sus fuentes de energía. En cambio, prefiero centrarme en mi función actual en ERM que, si bien no es el trabajo de mis sueños de la infancia, es no obstante una oportunidad apasionante para apoyar transiciones justas.

El contenido es responsabilidad exclusiva del autor y no refleja necesariamente la opinión de BNamericas. Invitamos a los interesados en participar como columnista invitado a enviar un artículo para su posible inclusión. Para ello, contacte al editor en electric@bnamericas.com

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