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Columnista Invitado

Sustainable Finance en Latinoamérica: alternativas para navegar los múltiples estándares y principios ESG

Bnamericas

Por Nicholas E. Rodríguez, socio de Winston & Strawn LLP; Juan J. Huertas, asociado de Winston & Strawn LLP; y Ricardo A. Villalba, foreign legal advisor de Winston & Strawn LLP.

La reciente cumbre COP27 fue una oportunidad para renovar el interés en la lucha contra el cambio climático. Sin duda, se trata de un reto global que requiere ingentes fuentes de financiación, tal como se evidencia con la emisión de bonos verdes en Latinoamérica por US$32,8 billones, según Climate Bonds Initiative, siendo Brasil, Chile, México y Colombia los países con una presencia y un potencial crecientes. Estas operaciones se agrupan, junto con otras estructuras crediticias, bajo el concepto de finanzas sostenibles (sustainable finance) asociado a la financiación de inversiones con criterios ambientales, sociales y gobierno corporativo (ESG).

A pesar del consenso sobre la relevancia de las finanzas sostenibles, las empresas continúan enfrentando barreras de entrada para su utilización, siendo una de ellas la existencia de múltiples marcos ESG (por ejemplo, Unión Europea o Climate Bonds Initiative) para productos específicos (bonos o préstamos) y bajos denominaciones particulares (verdes, sociales, sostenibles e instrumentos vinculados a la sostenibilidad). Es bien sabido que el exceso de opciones aumenta los costos de transacción y muchas veces paraliza el proceso de decisión (paradox of choice).

Adicionalmente, las multinacionales deben tener en cuenta las regulaciones y taxonomías nacionales. En 2016, Brasil estableció la “guía para la emisión de bonos verdes”. En 2018, la Bolsa de Comercio de Santiago de Chile expidió la “guía del segmento de instrumentos de deuda sostenibles”[i], el Consejo Consultivo de Finanzas Climáticas de México emitió los “principios de bonos verdes MX” y la Bolsa de Valores de Lima adoptó la “guía de bonos verdes para el Perú”. Por su parte, Colombia cuenta desde el año 2022 con la “taxonomía verde” y el “marco de referencia para la emisión de bonos verdes, sociales y sostenibles soberanos”.

Desde la perspectiva de los inversionistas, la ausencia de marcos ESG comunes también resulta problemática. Esta situación impacta la transparencia de los mercados al aumentar el riesgo de greenwashing o etiquetamiento engañoso de beneficios ambientales inexistentes o cuestionables, dificulta la comparación de las alternativas de inversión disponibles y limita la liquidez o transferibilidad de los contratos o títulos de deuda.

El escalamiento de las finanzas sostenibles se enfrenta entonces al reto que representa la existencia de un amplio número de principios ESG. La estandarización ha permitido profundizar los mercados financieros, como ocurrió con la labor de unificación realizada por la International Swaps and Derivatives Association (ISDA) en el mercado de derivados financieros desde la década de los noventa.

A la presencia de múltiples marcos de referencia se suma la ausencia de estándares unificados para el reporte de los resultados de las metas ESG. En respuesta a esto, en 2020 el Foro Económico Mundial, junto a Deloitte, EY, KPMG y PwC, publicó un conjunto de métricas universales denominadas “stakeholder capitalism metrics”. Por su parte, en 2022 IFRS Foundation y Global Reporting Initiative acordaron avanzar en la armonización de los sistemas de reportes internacionales de sostenibilidad, pero con un alcance limitado a la alineación conceptual sin involucrar la adopción de un esquema único.

Sin embargo, abogar por una completa unificación de los criterios ESG resulta complejo debido a que los países, e incluso las empresas e industrias, están sujetos a constantes cambios en sus prioridades. Por ejemplo, en julio de 2022, el Parlamento Europeo incluyó la energía nuclear dentro de las inversiones verdes y Colombia estableció los bonos naranja para financiar industrias creativas y culturales.

Así las cosas, la dispersión de principios y estándares es una característica del ecosistema actual de las finanzas sostenibles. Ante ello, salvo las reglas del mercado de valores, podría considerarse la estructuración de estrategias de sostenibilidad mediante la siguiente aproximación escalonada y progresiva:

(i) En primer lugar, se deben establecer los principios ESG generalmente aceptados en el mercado objetivo de la compañía (inversionistas y productos financieros). Los marcos de referencia suelen ser lo suficientemente amplios para habilitar su articulación a los modelos de negocio y las expectativas de los grupos de interés. En Latinoamérica, usualmente las guías nacionales de emisión de bonos verdes incorporan los principios expedidos por la International Capital Market Association (ICMA)[ii]..

(ii) Luego, se definen los proyectos o iniciativas verdes con base en las líneas de negocio, prioridades estratégicas y las categorías incluidas en las taxonomías nacionales e internacionales. Esta definición constituye un elemento crítico para las condiciones contractuales de las operaciones de finanzas sostenibles, en la medida en que delimita la destinación de los recursos y el alcance de las cláusulas de ajustes e incumplimiento.

(iii) Por último, se seleccionan los estándares de reporte alineados a las metas ESG previstas en las políticas corporativas y las operaciones de finanzas sostenibles, incluyendo métricas, criterios de materialidad, periodicidad, mecanismos de revelación, entre otros elementos. La determinación de la metodología podría también realizarse observando ciertos rankings ESG para visibilizar los logros corporativos (por ejemplo, S&P Dow Jones Indices o Envirolmental Performance Index).

En síntesis, la armonización de los principios y estándares ESG es un proceso corporativo que tiene como propósito ofrecer a sus grupos de interés (comunidades, clientes, accionistas, proveedores, etc.) métricas claras para la medición de sus metas ESG. Con ello, se contribuye a aumentar la transparencia en la revelación del impacto de las iniciativas ESG facilitando la estructuración de un mayor número de operaciones de finanzas sostenibles en América Latina.

[i] La versión 2.0 fue expedida en diciembre de 2020. Chile cuenta con el Marco de Bonos Verdes y la Hoja de Ruta para una Taxonomía.  

[ii] Por ejemplo: Guía de Bonos Verdes para el Perú y la Taxonomía Verde de Colombia.

Este contenido es responsabilidad exclusiva del autor y no refleja, no obstante, la opinión de BNamericas. Invitamos a los interesados en participar como columnistas invitados a enviar un artículo para su posible inclusión. Para ello, contacte al editor en electric@bnamericas.com

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