Plantas de celulosa chilenas, listas para captura de carbono y combustibles sostenibles

La captura de carbono y la producción de combustibles sustentables plantean importantes oportunidades de economía circular para las plantas chilenas de celulosa y papel. Sin embargo, es vital contar con políticas adecuadas para destrabar la inversión, dijeron ejecutivos a BNamericas.

Chile aspira a alcanzar la carbononeutralidad para 2050, mientras que las prácticas ESG corporativas fomentan cada vez más el interés en la gestión de emisiones, la optimización de procesos y el uso de residuos y subproductos industriales.

Las inversiones en captura de carbono permitirían a las plantas de celulosa y papel obtener dióxido de carbono biogénico para sus propios sistemas de producción de combustibles electrónicos o metanol ecológico, así como para uso de terceros. También se podrían producir biocombustibles, incluidos varios tipos de combustible de aviación sostenible (SAF), a partir del procesamiento de biomasa residual.

La inversión en infraestructura para la captura de CO2 o la producción de combustibles sostenibles requeriría incentivos adecuados.

“Para todo eso se necesitan incentivos”, dijo a BNamericas Nickolai Selbach, vicepresidente de operaciones de la división de bioproductos de la firma global de ingeniería y consultoría Wood, con sede en Estados Unidos.

“Los biocombustibles, el SAF y la captura de carbono demandarán incentivos fiscales para ser económicamente viables. ¿Va a comprar [por ejemplo] gasolina por unos US$5 o etanol por US$15?”, dijo. “O bien hay que imponerlo por ley o se necesitan incentivos gubernamentales para estimular el mercado a invertir en estas tecnologías porque son más costosas”.

Selbach conversó con BNamericas durante una reciente visita a las oficinas chilenas, parte de una red de operaciones de Wood en 60 países que comparten experticia y conocimiento.

CAPTURA DE CARBONO

Los ingenieros de bioproductos de Wood en EE.UU. y Canadá participan en la integración de sistemas realizando estudios iniciales.

Uno de los principales retos es conseguir compradores adecuados, ya que los volúmenes de CO2 propuestos requerirían compañías con grandes compras, como productores de metanol verde o de electrocombustibles.

Por ejemplo, una planta de celulosa y papel en Canadá produciría alrededor de 1 millón de toneladas (Mt) de CO2 al año, mientras que un consumidor tradicional, como una planta de bebidas, solo necesitaría una fracción de esa cantidad.

"Es un orden de magnitud", dijo Ulf Tryggvesson, director técnico de bioproductos de Wood en Canadá, y señaló que existe potencial en Chile para producir otros insumos industriales a partir de biomasa residual.

El ejecutivo también estuvo en Chile para conversar sobre proyectos de clientes.

La integración de un sistema de captura y almacenamiento de carbono suele requerir cientos de millones de dólares.

Además de la potencial demanda futura de plantas de combustibles electrónicos, existe una demanda de créditos de carbono asociados por parte de multinacionales como Microsoft y Amazon.

INVERSIÓN EN PLANTAS DE CELULOSA Y PAPEL

La tecnología de captura de carbono podría instalarse en complejos industriales activos o futuros, que normalmente incorporan centrales alimentadas con biomasa.

En los próximos 10 años, las inversiones en plantas de celulosa y papel en Chile se concentrarían en la modernización de activos, lo que implica proyectos de menos de US$50 millones. Más allá de eso, una vez que las plantaciones maduran, se retoman las inversiones en nueva capacidad de procesamiento.

“Solo se puede producir tanta celulosa o papel como madera se tenga”, indicó Tryggvesson.

Selbach describió los posibles flujos de inversión para las plantas de celulosa y papel en Chile, donde las instalaciones ya se encuentran entre las más eficientes del mundo.

“Lo que veremos en Chile en los próximos 10 años es lo que vemos en Norteamérica en general: la optimización de activos”, indicó. “Siempre está el esfuerzo por la reducción del consumo de agua, del volumen de agua dulce necesaria para producir una tonelada de celulosa, además de la eficiencia energética, cómo producir una tonelada de celulosa con menos energía”.

Las mayores empresas de celulosa y papel de Chile son Arauco y CMPC.

METANOL VERDE Y COMBUSTIBLES SINTÉTICOS

En cuanto a combustibles sintéticos elaborados a partir de metanol verde, obtenido a partir de hidrógeno verde y CO2, hay en funcionamiento una planta de demostración en la austral Región de Magallanes. Una planta de mayor escala denominada Cabo Negro se encuentra en fase de evaluación ambiental.

Más al norte, la Región del Biobío, conocida por sus actividades industriales y agrícolas, procesa más de la mitad de la madera de Chile.

Biobío es considerada una posible ubicación para iniciativas de captura de CO2 vinculadas a la demanda local de combustibles sintéticos o metanol verde, ya que alberga plantas de celulosa en los municipios de Arauco, Laja y Nacimiento.

El metanol verde y los combustibles sintéticos podrían utilizarse a nivel local como materia prima para la industria química, para abastecimiento de combustible o para el transporte aéreo, según la hoja de ruta del hidrógeno verde 2024-2050, publicada por la asociación sectorial H2VBiobío.

En conjunto, las plantas producen alrededor de 7,4Mt anuales de CO2, que potencialmente podrían utilizarse para producir hasta 5,3Mt anuales de metanol.

El uso del CO2 obtenido de biomasa o directamente del aire —tecnología emergente— podría dar una ventaja competitiva a los productos finales.

En la actualidad, la demanda de CO2 prevista en Biobío es de 160.000t/a.

Las empresas químicas Oxiquim y Bakelite de Biobío concentran casi la totalidad del metanol importado, que emplean para la producción de fertilizantes y resinas utilizadas como adhesivos en plantas de celulosa y papel.

BIOCOMBUSTIBLES Y SAF

En cuanto a biocombustibles y SAF producidos a partir de desechos del sector forestal, las fábricas podrían aprovechar sus conocimientos e infraestructura.

“Tienen la logística, los vehículos para transportar y los contratistas”, indicó Tryggvesson. “Ya cuentan con plantas de generación y todos los componentes necesarios”.

Los desechos y residuos celulósicos pueden convertirse en combustibles sostenibles a través de diversas vías, como el proceso Fischer-Tropsch.

“Las aerolíneas están dispuestas a pagar por esto [SAF], especialmente dada la presión política para hacerlo. Sin duda, hay dinero e interés, además de un marcado impulso para maximizar el uso del SAF. Yo diría que el mercado del SAF es insaturable”, añadió Tryggvesson.

Chile ya publicó una hoja de ruta de SAF.

Los viajes aéreos debieran continuar su tendencia al alza a nivel global y local, y los avances en materia de emisiones logrados mediante eficiencia tecnológica se contrarrestarían con un mayor consumo de combustible. No obstante, el sector aspira a lograr emisiones netas cero para 2050, meta que requerirá una significativa descarbonización del combustible.

En 2023, la producción mundial de SAF alcanzó 600 millones de litros (Ml) y este año debiera triplicarse y llegar a 0,53% de la demanda de combustible de aviación, según estimaciones de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo. La demanda de SAF podría sobrepasar los 400.000Ml para 2050, para cuando se consumirían alrededor de 874.000Ml de combustible.