¿Puede Brasil liberar el potencial económico de la selva amazónica?

Brasil tiene un gran potencial para atraer inversiones globales a través de su inmensa selva amazónica, pero las soluciones que se barajan no están asociadas a los proyectos de desarrollo tradicionales.

"La Amazonía es esencial para el mundo porque garantiza la estabilidad climática global. Frente a esta realidad, el planeta entero, no solo Brasil, necesita encontrar soluciones para remunerar este hecho, para retribuir esta oferta global de servicios que la selva proporciona, a través de inversiones que garanticen su preservación", dijo a BNamericas el director ejecutivo de la ONG Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía (IPAM), André Guimarães.

"La Amazonía es un activo que puede situar a Brasil en el mapa mundial de las inversiones, pero al mismo tiempo puede sacarlo de él si el país no adopta medidas para protegerla y reducir la deforestación", señaló Guimarães.

La región es la selva tropical más grande del mundo y se extiende a lo largo de la cuenca del río Amazonas, de 6.400km de longitud, y cubre aproximadamente 6,74 millones de kilómetros cuadrados en Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Venezuela y Surinam. Alrededor del 62% del bosque tropical se encuentra en Brasil.

"La situación de la región amazónica es sumamente paradójica. Si se considerara que la Amazonía es un solo país, sería la nación que más emisiones de gases de efecto invernadero genera en el mundo con el menor rendimiento económico. Otros países que generan altos niveles de emisiones tienen, en cambio, ganancias económicas, lo que no es el caso de la Amazonía", explicó Beto Veríssimo, investigador sénior y cofundador de la ONG Instituto do Homem e Meio Ambiente da Amazônia (Imazon), en conversación con BNamericas.

"El lado positivo de esto es que no es difícil resolver el problema. Las emisiones de la zona amazónica proceden de la deforestación y los incendios. Si combatimos eso, que en su mayor parte se debe a actividades ilegales, reducimos drásticamente las emisiones sin repercusiones económicas negativas. En otros países, cuando hablamos de disminuir las emisiones, estamos hablando de sustituir actividades económicas de gran importancia", indicó Veríssimo.

El Gobierno brasileño ha intentado últimamente intensificar las inspecciones para reducir la deforestación y también ha procurado atraer fondos para invertir en la preservación de la Amazonía, entre otras medidas con la participación del banco de desarrollo BNDES y mediante la adhesión a los esfuerzos de otros bancos multinacionales y países.

Sin embargo, las soluciones económicas para la región implican iniciativas que no están asociadas a proyectos de desarrollo en sectores tradicionales.

"Es un error que Brasil avance con proyectos de infraestructura en la región, como la pavimentación de la Ruta 319 [que une Manaos y Porto Velho] o incluso la ferrovía Ferrogrão. Tales proyectos representan, en realidad, un gran riesgo de aumento de la deforestación de la Amazonía", advirtió Veríssimo.

Las soluciones económicas más viables para la región pasan por desarrollar el potencial de la selva en el mercado de bonos de carbono, así como proyectos asociados a la biotecnología, según los expertos.

Estos especialistas también se oponen al avance de la exploración de petróleo y gas que pueda afectar el ecosistema de la región, en medio de discusiones en el gobierno sobre permitir la explotación de recursos petroleros en el Margen Ecuatorial, de alta sensibilidad medioambiental, frente a la costa del delta del río Amazonas, en la zona norte de Brasil.

"Las cuestiones relacionadas con la explotación del petróleo y el gas son objeto de un intenso lobby económico, pero creo que el gobierno debería reflexionar más detenidamente sobre esta situación, porque quizá estemos hablando de un potencial de producción de petróleo y gas que solo se materializará dentro de más de 10 años, cuando el crudo quizá ni siquiera sea tan relevante en términos económicos", aseveró Veríssimo.