Qué hacer y no hacer para diseñar una ciudad inteligente

Ir con calma en materia regulatoria y desarrollar ecosistemas donde las startups puedan innovar son las dos mejores formas para crear un proyecto inteligente exitoso, señaló Íñigo de la Serna, exalcalde de la ciudad española de Santander. 

De la Serna, quien fue pionero en el famoso proyecto de ciudad inteligente de Santander durante su mandato entre 2007 y 2016, dijo que la ciudad hizo muchas cosas bien, pero también muchas cosas mal, y que los gobiernos latinoamericanos podrían aprender de ambos casos.

IoT

El proyecto de ciudad inteligente de Santander se basó inicialmente en la instalación de sensores con internet de las cosas (IoT) para monitorear los servicios públicos, incluidos los estacionamiento disponibles y de mecanismos para supervisar el alumbrado público, el riego, la contaminación acústica, etc.

La regulación del uso del alumbrado público fue uno de los principales proyectos para Santander, ya que el municipio formó una sociedad público-privada en que una empresa invirtió 11mn de euros (US$12,3mn), reembolsables a 15 años. El retorno de la inversión ya supone un ahorro de 80% en el uso de alumbrado público durante tres años.

El proyecto de agua —que contempla la identificación y corrección de problemas como una mala gestión y pérdidas por filtraciones— ha generado un ahorro del consumo de 23%.

Como la mayoría de las ciudades en España, se instalaron contenedores de basura inteligentes que, a través de sensores, permiten que los recolectores de basura sepan si los contenedores están llenos y necesitan vaciarse o si esto puede dejarse para otro día, lo que le hace redirigir la ruta y ahorrar tiempo y combustible. Este y muchos proyectos similares se desarrollaron con la empresa japonesa NEC y con la local de telecomunicaciones Telefónica, que proporcionan la infraestructura de red.

Otros proyectos —como la medición de la contaminación acústica, atmosférica y lumínica— no tienen un retorno de la inversión tan claro, ya que proporcionan datos cuyo uso es difícil de cuantificar, pero son muy útiles para la planificación a futuro. Esta información se obtuvo a través de sensores colocados encima de cientos de autobuses públicos.

El valor económico de reducir las emisiones de CO2 puede ser difícil de determinar, pero claramente los datos pueden ser monetizados de alguna manera por las empresas o utilizados por el municipio en la toma de decisiones. Es una inversión en calidad de vida, dijo De la Serna a BNamericas en una reciente visita a Santiago de Chile.

Según el exalcalde, el municipio de Santander invirtió unos 160mn de euros en 10 años y gastos relacionados en mejoras de suministro de energía en edificios municipales.

SIN MODELO ÚNICO

Según De la Serna, no hay un modelo único que se adapte a todos ni uno que sea ideal y que otra ciudad pueda seguir.

Sin embargo, como regla general, cada ciudad debe identificar primero los principales problemas que necesita abordar y luego crear un ecosistema y las condiciones para que las emergentes, el mundo académico o las empresas privadas puedan innovar y encontrar soluciones.

El dinero no debería ser un obstáculo para la introducción de tecnología. Tal vez un municipio pueda recibir fondos como lo hizo la ciudad de Santander de parte de la Unión Europea en las etapas iniciales, pero la etapa más interesante es la de establecer un ecosistema para la cocreación, aconsejó.

De la Serna dijo que organizar un hackathon no cuesta mucho. Si se la organiza con objetivos claros en mente, un par de adolescentes inteligentes pueden idear tres o cuatro aplicaciones increíbles en 48 horas. Y todo esto pueden tener un modelo de negocio detrás, lo que significa que no hay ningún costo para el municipio. Por el contrario, puede conducir a ahorros para el municipio, como en el caso de la energía.

Agregó que la clave es hacer partícipes al público en general, haciéndolos conscientes de cómo una aplicación los beneficia en su día a día, ya que si una persona promedio no la entiende, no la usará y no lo compartirá. Por esta razón, el municipio —después de desplegar miles de sensores— tuvo que crear aplicaciones para ayudar a los ciudadanos a comprender para lo cual fueron diseñadas.

La plataforma City Pulse permite que el público en general informe lo que debe repararse, como un banco de parque roto o un árbol caído, cargando una foto y señalando la ubicación. La persona también puede seguir el progreso de su informe y ver si se aborda y cuándo.

El municipio trabaja ahora en la creación de una tarjeta única que faculte a los ciudadanos a pagar los servicios públicos, los impuestos, los deportes o el transporte público. El proyecto, cuyo costo se estimó en 6mn de euros, se implementará en los próximos años.

REGULACIÓN

La regulación suele percibirse negativamente en el diseño de las ciudades inteligentes. Es necesario garantizar el funcionamiento de las cosas dentro de un marco reglamentario establecido, pero también puede ser un gran obstáculo para la innovación y la creación conjunta.

Según De la Serna, Europa se está quedando rezagada respecto de Asia y las Américas en lo que respecta a la innovación. 

Por un lado, está China que tiene una regulación altamente restrictiva, pero que proporciona financiamiento gubernamental para muchas iniciativas privadas y, por el otro, está Estados Unidos, cuya regulación es muy flexible, pero que no proporciona fondos al sector privado.

El excalcalde dice que escogieron lo peor de ambos mundos: no financiar a las empresas por temor a ser percibidos como anticompetitivos y aplicaron una regulación a todo. Añadió que la regulación que tienen en protección de datos es una de las más estrictas del mundo. Hubo una hiperregulación, reconoció.

Según De la Serna, la mejor opción es tener plataformas de datos abiertos a las que todos puedan acceder y usar, pero de forma anónima.

Las plataformas de movilidad emergentes como las aplicaciones de transporte compartido del tipo Uber, las patinetas eléctricas y los servicios de reparto han sido un dolor de cabeza para los reguladores en España, como en otros lugares.

Dichas plataformas pueden aportar todo tipo de beneficios al usuario en términos de flexibilidad, disponibilidad y costo, pero en España están ampliamente prohibidos.

Ante el dilema de cómo regular a Uber por un lado y la presión del lobby de los taxistas por el otro, el Gobierno español decidió dejar que cada municipio decidiera, y muchos prohibieron tales servicios.

De la Serna dijo que necesitan aprender a perder el miedo a comprender los nuevos servicios y regularlos lo suficiente como para asegurarse de que cumplan las normas básicas, pero sin asfixiarlos.

Estas nuevas tecnologías evolucionan mucho más rápido de las regulaciones que se crean, pero pueden contribuir mucho, especialmente en lugares como América Latina. El exalcade advierte que no se puede dejar las puertas abiertas, hay que regular un poco, pero lo suficiente para proteger la privacidad y seguridad del consumidor y dejar que el resto se encargue de sí mismo.