Retos que enfrentan Lacalle y Uruguay (aparte del coronavirus)

Si bien se necesitan cambios políticos en Uruguay para ayudar a estimular el crecimiento, modernizar el Estado y fortalecer las finanzas públicas, es poco probable que se implementen reformas profundas, dijo a BNamericas un economista y director de un grupo de expertos.

Y una cultura estatista fuerte puede jugar en contra de las principales reformas en el país, que es un faro de estabilidad en la región.

El flamante presidente Luis Lacalle Pou, que está a favor de introducir cambios como limitar el gasto, reducir la burocracia y aumentar la competencia, enfrenta el desafío adicional de hacer malabarismos con las demandas de los partidos constituyentes que conforman su gobierno de coalición.

"No creo que vaya a presionar por reformas agresivas", dijo Alejandro Chafuen, director ejecutivo del segmento internacional del grupo estadounidense de expertos Acton Institute.

Chafuen, quien también trabaja con grupos de expertos en Uruguay, agregó que Lacalle, de tendencia de centroderecha, deberá capitalizar los vientos de cola políticos durante su primer año en el cargo, si bien ahora los esfuerzos están dirigidos a mitigar el impacto del coronavirus.

Al igual que la mayoría de los países de la región, el crecimiento se desaceleraría y el gasto aumentaría este año al tiempo que las autoridades se centran en medidas para proteger a los ciudadanos y apoyar la economía en medio de la pandemia.

En Uruguay, los desafíos más grandes que enfrenta Lacalle son impulsar el crecimiento y reducir el déficit.

Como parte de los intentos para fortalecer la economía, Lacalle —cuya victoria electoral terminó con 15 años de gobierno bajo la coalición de centro-izquierda Frente Amplio— quiere modificar el sistema de seguridad social para que sea más sostenible. También ha hablado a favor de la liberalización del sector energético para estimular la competencia y ayudar a bajar los precios. 

Esto requeriría poner fin al monopolio de la estatal de petróleo y cemento Ancap. Los sindicatos, en un referendo de 2003, frustraron un intento de liberalizar la industria energética, y recientes comentarios sindicales de Ancap indican que su postura no ha cambiado.

“Es bueno que él haya expresado ese deseo. En un país donde las compañías estatales son consideradas casi sacrosantas, será muy difícil”, dijo Chafuen. “En la era del neoliberalismo optimista, en que Argentina y Brasil estaban privatizando, los uruguayos básicamente decidieron poner a prueba la privatización en una votación y perdieron, aun cuando todo el continente se movía hacia la privatización".

"Será difícil", agregó. "Tan solo abriría áreas donde podría aumentar la competencia".

Otro elemento en la estrategia de Lacalle es atraer inversiones e inmigrantes ricos. El país ya cuenta con un marco favorable, lo que capta el interés para las empresas y personas acomodadas de la vecina Argentina.

"Si las partes pueden colaborar para reforzar el Estado de derecho, que ya es el mejor de América Latina, y luego abrir nuevas áreas para la inversión, creo que el traslado que ya ocurre de empresas argentinas a Uruguay se acelerará", comentó el experto. 

Uruguay, con instituciones públicas sólidas ampliamente respetadas por sus ciudadanos, es uno de los países más estables de América Latina.

Sin embargo, el déficit de la nación está aumentando y el crecimiento se ha debilitado. El FMI ha instado al país a agudizar su enfoque en la reforma del sistema de pensiones y las empresas estatales para ayudar a controlar los gastos y la deuda.